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  • Foto del escritorPenélope Donís

La [Diosa] Madre

Actualizado: 11 mar 2023

La teoría de la Diosa Madre presentada por Anne Baring y Jules Cashford, nos sumerge en una nueva contemplación del arte prehistórico, en especial las llamadas “Venus Paleolíticas” de arte mobiliar y arte parietal.


En esta nueva mirada, las investigadoras se detienen en la evidencia de que la arqueología ha encontrado muchas de estas piezas, pero no se ha hallado hasta ahora ninguna figura masculina de forma parecida.


Este simple hecho, sugiere una señal simbólica en la interpretación de las Venus. La pregunta que surge ante estas piezas es ¿Por qué representar a la mujer de esta manera?.


Con el estudio de las pequeñas esculturas femeninas, se puede contemplar que los artistas prehistóricos no representaron a la mujer de forma realista. Sino que en su representación, hicieron hincapié en determinados atributos femeninos, expresándose en la voluptuosidad de los senos, los glúteos, el vientre y la parte superior de las piernas; lo que podría sugerir el estado de gestación de una madre.


De esta manera pareciera ser que para la humanidad lo sagrado es intrínseco a su naturaleza. Lo místico se experimenta desde sus formas más simples hasta las más complejas a través de milenios.


Es por eso que la denominación de “estatuillas de Venus” no le dan el justo significado simbólico y ritual que parecieran tener, porque la mujer no sólo fue vista por su género, ni sólo como madre, sino como una mujer-madre sagrada que da la vida.


Esta imagen, se conecta con un principio creador femenino que fue vislumbrado como la Diosa Madre o Diosa. Según las investigadoras, este sentido místico sucede porque:


“Si admitimos el significado religioso de estas figuras, no podemos simplemente etiquetarlas como ídolos de fertilidad: la palabra ídolo trivializa invariablemente el carácter numinoso de la experiencia religiosa, en tanto que sólo se utiliza para designar las formas de culto de otros pueblos, y la palabra fertilidad pasa por alto también, de forma llamativa, el hecho de que muchas personas de nuestro tiempo rezan a la virgen María para que les conceda hijos. De modo similar, denominarlas estatuillas de Venus como ocurre en las expresiones Venus de Laussel o Venus de Lespugue, que son los nombres que se les puede dar, es reducir la universalidad de un primer principio, la madre, al nombre de la diosa romana del amor, que era por entonces sólo una diosa entre otras muchas, todas ellas suplantadas tiempo atrás por el dios padre en tanto que soberano, si no creador, del mundo. De modo que, para intentar devolver a las figuras del Paleolítico su propia dignidad original, preferimos designar esas imágenes sagradas de los poderes del universo que dan vida, alimentan y regeneran con el nombre de diosa madre, o simplemente diosa”1.


De esta manera pareciera ser que para la humanidad lo sagrado es intrínseco a su naturaleza. Lo místico se experimenta desde sus formas más simples hasta las más complejas a través de milenios.


Desde este punto de vista, podríamos contemplar a la Venus de Willendorf. De 25000 a. C. encontrada en Austria. De 11 cm de estatura, elaborada de piedra caliza, de senos, vientre y muslos voluptuosos. Su cabeza está coronada por siete círculos concéntricos. La imagen de sus enormes senos caídos y la redondez de su figura, sugiere a la Diosa Madre dadora de vida que con sus senos alimentó con el maná sagrado.



Diosa de Willendorf. Museo de Historia Natural, Viena


El útero es mostrado en esta pieza y es recurrente en las imágenes de las Venus Paleolíticas, siendo en otros casos de diseños más abstractos. Con esta mirada a la Diosa- Madre, se desprenden las ideas del agua fértil de vida y la cueva como útero de la diosa.


De forma primigenia las cavernas fueron vistas como el santuario de la diosa. En lo más íntimo del interior de la cueva, el arte nos revela y nos relata la historia del numen primigenio, como se pueden encontrar al sudoeste de Francia con expresiones que datan del 30000 al 10000 a.C.


De la misma manera la diosa también fue contemplada en el rostro de la luna “Las fases lunares pasaron a ser las fases de la vida de la madre. La luna creciente era la joven, la doncella; la luna llena, la mujer encinta, la madre; la luna nueva, la anciana sabia, cuya luz estaba oculta en su interior”2.


Así como la diosa luna muere para luego nacer otra vez, para el ser humano Neandertal de la Edad de Piedra quizás reconoció en la muerte el mismo estado misterioso que prevalece antes de volver a la vida.


“Es posible que se desarrollase una habilidad para pensar de modo abstracto a partir del discernimiento de cuatro fases lunares, en vez de tres. A las tres fases visibles la creciente, la llena y la menguante se le añadió la cuarta fase, los tres días de la oscuridad, cuando la luna no puede ser vista, sino imaginada. La cuarta fase invisible debió de comprenderse como la dimensión invisible en la que la nueva vida se gesta, y desde la que la luna pasada renace como la luna nueva”3.


Esta comprensión cíclica de la vida, llevó al ser humano de aquella época a pensar que el fin de una vida era el génesis de una nueva, y para esto, lo manifiesta con rituales en su honor,


“Se han encontrado cuerpos, algunos de 60000 años de antigüedad, colocados en posición fetal, de cara al este-la dirección por la que sale la luna llena, la última luna creciente y el sol, cubiertos de flores y salpicados con tinte ocre rojo que imitaba, quizás, la renovación de la sangre y el bullir de la fuerza vital para la nueva vida”4.


En estas breves líneas la idea no es definir el significado de lo místico, porque es un término que puede representar una realidad diferente para cada persona. La intención es acercarnos a la idea de que en cada cultura se puede encontrar una dimensión que corresponde a lo sagrado.


Aceptando las representaciones que nos vienen de otras civilizaciones y de otros tiempos, podemos observar valores que acceden a lo divino. En la teoría de la Diosa, la naturaleza era vista como una gran unidad y todo era producto de la divinidad femenina. Manifestándose, en el agua, en la cueva, en los animales y en el ser humano primitivo. La humanidad de aquellos tiempos, quizás tuvo una conciencia más íntima con la naturaleza, que la contempló como la expresión visible del mundo místico de la Diosa.



Notas:

1 Baring, Anne y Jules Cashford. “El origen: la diosa madre paleolítica”. En: El mito de la diosa. La evolución de una imagen. Ediciones Siruela y Fondo de Cultura Económica, México, 2005(1991) p-29

2 Ob. cit., p-37

3 Ob. cit., p-39

4 Ob. cit., p-41




Bibliografía


BARING, Anne y Jules Cashford. “El origen: la diosa madre paleolítica”. En: El mito de la diosa. La evolución de una imagen. Ediciones Siruela y Fondo de Cultura Económica, México, 2005(1991),pp. 21-66


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